El tenis siempre ha sido el deporte más cercano a la moda, ya sea alta costura o prêt-à-porter. Sin embargo, esto no siempre fue así.
Hasta la década de 1920, las jugadoras usaban “trajes” que consistían en sombreros grandes, faldas largas y blusas de manga larga, lo que limitaba su movilidad en la cancha. Todo esto cambió gracias a la gran estrella del tenis francés, Suzanne Lenglen, quien lideró una evolución de la moda dentro y fuera de la cancha.
En colaboración con el diseñador parisino Jean Patou, de quien fue musa y modelo, Lenglen se convirtió en la imagen del estilo deportivo casual y vanguardista.
Patou, apodado “el hombre más elegante de Europa”, vistió a Lenglen con una falda plisada hasta la pantorrilla que le daba libertad, camisetas sin mangas y la icónica bandana que se convirtió en su sello distintivo.
La brillante colaboración entre Lenglen y Patou sentó las bases de la moda deportiva femenina, inspirando a futuras generaciones de diseñadores y atletas a desafiar las normas y a redefinir la relación entre el deporte y la moda.